La compleja apuesta de Bachelet con su oferta de grandes transformaciones
Como sus principales propuestas requieren aprobación legislativa, la candidata está jugada por lograr una amplia mayoría parlamentaria, que aun con un buen resultado, no sería suficiente para los cambios que pretende impulsar.
- T+
- T-
Confiada en el triunfo que espera obtener en las presidenciales, Michelle Bachelet decidió darle prioridad en esta última etapa de la campaña a lograr que el pacto Nueva Mayoría obtenga el máximo de parlamentarios que sea posible para que el Congreso apruebe las profundas transformaciones que pretende impulsar.
Es por eso que, tanto ella misma como su comando, han elaborado una estrategia tendiente a fortalecer a los candidatos de aquellos lugares donde existen más posibilidades de que puedan doblar a sus competidores de la Alianza. Con encuestas encargadas para este fin, el plan contempla -entre otras cosas- incrementar la presencia de la propia abanderada en aquellas circunscripciones o distritos donde su respaldo puede ser determinante. Para Bachelet el asunto tiene especial importancia, porque como lo ha planteado desde que aceptó la candidatura, las demandas ciudadanas que se han expresado en estos últimos años, requieren de grandes reformas en los ámbitos tanto político, como económico-social.
Como la propuesta transformadora requiere ser sancionada por el Congreso, el tema es causa de preocupación en el bacheletismo, porque saben que el sistema binominal hace prácticamente imposible que se obtenga el número de parlamentarios que se requiere para aprobar muchos de los principales cambios anunciados, comenzando por las reformas a la Constitución.
Esta realidad no significa que, aun cuando reconozcan las dificultades de obtener los doblajes suficientes para modificar los quórums más altos, den por perdida la pelea que busca al menos lograr las mayorías suficientes que no la obliguen a negociar prácticamente todas las reformas con los parlamentarios de la Alianza.
Las apuestas para lograr mayorías
Existe coincidencia en que la propuesta más emblemática de las que impulsaría Bachelet es el cambio de la Constitución, pero con realismo los propios líderes de la oposición descartan que puedan lograr el quórum necesario para modificar sus aspectos más importantes, entre ellos las garantías constitucionales o el Estado subsidiario, además de organismos con el Cosena o el Tribunal Constitucional, porque para ello necesitan los 2/3 del Congreso. En cifras, ello significaría obtener 25 senadores y 80 diputados, lo que requeriría doblar en 6 de las 10 circunscripciones que este año van a la elección y en 20 de los 60 distritos, suponiendo que la Alianza mantiene su doblaje, resultado que dista del que alcanzó la Concertación en su mejor elección en 1993, cuando ganó 70 diputados con el 55% de los votos.
Como entienden que eso es imposible, los más optimistas confían en que con el arrastre de Bachelet podrían conseguir el quórum de 3/5, que es el que permite otras modificaciones constitucionales significativas -entre ellas el sistema electoral- lo que logarían con 72 diputados y 23 senadores, pero como eso implica 4 doblajes en senadores y 12 en diputados, a la hora de sacar cálculos, asumen que es una meta difícil de alcanzar.
Es por eso que la apuesta más aterrizada del bacheletismo es conseguir por primera vez el quórum de 4/7, que es el que se exige para las leyes orgánicas constitucionales que contemplan distintas materias, entre las que destaca la educacional. La esperanza de los dirigentes opositores radica en que, para alcanzar esta mayoría, necesitan aumentar a 23 sus senadores, lo que significa 3 doblajes, mientras en diputados llegar a 72, que requiere doblar en 9 o 10 distritos, dependiendo de si la Alianza mantiene el suyo.
Con todo, en la Nueva Mayoría apuntan a que existen reales probabilidades de que, a pesar de que obtengan un buen resultado, con el binominal la derecha mantenga los 4/7, por lo que sólo podrían aprobar sin negociaciones, aquellas leyes de quórum calificado que son las que exigen la aprobación de la mayoría de los parlamentarios en ejercicio, que rigen para numerosas materias.
Los cálculos de doblajes
Considerando el panorama electoral como está ahora, las expectativas para cambiar el sistema de mayorías que existe en el Congreso radican en que existen posibilidades reales de doblar en al menos dos circunscripciones senatoriales. Una de las que se da casi por segura es la de Antofagasta, sobre todo después de que la inhabilidad de Luciano Cruz Coke dejara corriendo solo al candidato UDI, Manuel Rojas, con el ex RN, Carlos Cantero postulando fuera del pacto, lo que significa que los votos de ambos no se suman. También se apuesta a que la diputada DC Carolina Goic, junto al senador PS, Pedro Muñoz, repitan la hazaña en Magallanes, donde aun cuando la Alianza lleva dos candidatos -entre ellos el actual diputado Miodrag Marinovic- compite fuera de lista el senador Carlos Bianchi, lo que beneficiaría a la oposición.
Con más dificultades, tampoco descartan un doblaje tanto en la IV región con el DC Jorge Pizarro más la diputada PPD, Adriana Muñoz, e incluso en Los Lagos, región en la que se confía en que, básicamente por la fuerza del PS Rabindranath Quinteros, éste logre doblar junto al diputado DC, Gabriel Ascencio, dejando fuera del Senado a Carlos Kuschel o a su competidor, el UDI, Iván Moreira. Menos esperanzas, pero algunas tienen en que el senador del MAS, Alejandro Navarro, sumado a Camilo Escalona, puedan doblar en la VIII costa, a pesar de que los pronósticos indican que sería difícil por la fuerza de la candidata UDI, Jacqueline Van Riesselbergue.
Un cuadro relativamente similar en cuanto a que la Nueva Mayoría podría estar al límite de obtener los 4/7 se repite en la Cámara, donde algunos auguran que es perfectamente posible doblar en al menos 10 distritos - o 9 si la Alianza lo mantiene en el 23- entre los que destacan algunos de la IV región como Illapel o Coquimbo, a los que se podrían sumar otros de la Metropolitana (El Bosque, San Joaquín) además de algunos en que, o la oposición tiene buenas duplas de candidatos o, por el contrario, las aliancistas son débiles.
En todo caso, aun cuando aquellos dirigentes más optimistas parten de la base que podrían lograr los doblajes necesarios en el Senado para cambiar el panorama parlamentario, ellos mismos no desconocen que en la Cámara es más cuesta arriba, entre otras cosas porque los candidatos de otras listas como el PRO, el PRI o la que respalda a Marcel Claude les podrían quitar justamente los puntos que les falten para doblar, a lo que se agrega que en el oficialismo también están fortaleciendo aquellos lugares donde perciben riesgo.
Enfrentar la realidad
En este escenario, marcado además por el factor incertidumbre que introduce el voto voluntario, en la dirigencia opositora reconocen que las posibilidades están abiertas, tanto para lograr los doblajes que le permita realizar más reformas de las que ha podido hasta ahora, como para que la Alianza, aun perdiendo la elección, mantenga el poder que le entregan los quórums constitucionales.
Como tienen claro que con el binominal a lo máximo que pueden aspirar es a obtener los 4/7, saben que si Bachelet regresa a La Moneda, deberán enfrentarse a la realidad de que muchas de las reformas que han sido el eje de su campaña, no podrán ser aprobadas sin el acuerdo de la derecha.
Este cuadro es el que no sólo preocupa, sino que también ha instalado un debate al interior del mundo bacheletista, donde no pocos consideran que es un riesgo continuar aumentando las expectativas de cambio antes de las elecciones, por la crisis de frustración que podría generar la imposibilidad de que éstos se produzcan. Pero frente a quienes plantean que debe morigerarse el discurso ante el riesgo de que aumente el descontento social, están aquellos que consideran que no debe haber renunciamientos, sino que se debe insistir en las propuestas transformadoras, porque además de que ello es lo que genera el mayor respaldo, éstas se podrían lograr con la presión social si es que la derecha las obstaculiza en el Congreso.
Como sea, la decisión la tiene Bachelet, quien al menos hasta ahora, ha dado muestras de no ceder en su propósito de comprometerse a impulsar aquellas reformas profundas en las que cree, aun cuando sabe que su apuesta de sacarlas adelante será compleja.